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Fertilización óptima y sostenible para cada tipo de cultivo

La elección de los mejores fertilizantes depende fundamentalmente del cultivo, el suelo y el sistema de producción. Una estrategia de fertilización adecuada no solo maximiza el rendimiento, sino que optimiza la sostenibilidad y rentabilidad de la explotación. Descubre cómo acertar en la dosis, el momento y el tipo de fertilizante para cada caso concreto — desde cereales extensivos hasta frutales y cultivos intensivos.

Recomendaciones para fertilizar cultivos extensivos: Maíz y trigo

El maíz requiere altos niveles de nitrógeno para expresar su potencial. La dosis ideal varía entre 150-250 kg N/ha, fraccionada entre la siembra y el desarrollo vegetativo para maximizar la absorción y reducir pérdidas. En suelos arenosos, es recomendable aumentar la dosis de N un 10-15% y apostar por formulaciones NPK como 10-20-10 durante la floración para estimular el llenado de grano [fuente]. Está demostrado que el nitrógeno es el driver principal en la fertilización de maíz.

  • Momento óptimo de aplicación: 30% del N con la siembra y el 70% restante entre las 6 hojas y prefloración.
  • Importancia del potasio: Indispensable en suelos deficitarios para tolerancia hídrica y calidad del grano.

En trigo, el equilibrio es fundamental: la base ronda los 60-90-120 kg/ha de N-P2O5-K2O. Para suelos con más de 5% de materia orgánica, se recomienda reducir el nitrógeno en un 20%. El fósforo es esencial en la siembra, especialmente en suelos con bajos niveles de este nutriente [fuente].

Para afinar la estrategia, el uso de sensores de suelo AT32 permite monitorizar la humedad, salinidad y temperatura, factores clave para la disponibilidad y eficiencia de los nutrientes, ajustando el fertilizante a necesidades exactas y evitando lixiviaciones.

Fertilización en hortalizas de ciclo corto: Lechuga y tomate

La lechuga responde muy bien a dosis controladas de nitrógeno (90-120 kg N/ha), priorizando formas nítricas. El empleo de inhibidores de la nitrificación, como el DMPP, ha demostrado disminuir hasta en un 35% la lixiviación de nitratos y elevar los rendimientos hasta un 37% [fuente].

  • Suelos calcáreos: Necesidad de quelatos de hierro para prevenir clorosis.
  • Mitigación: Uso de tecnologías con inhibidores para cultivos en riesgo de lixiviación.

En tomate, el potasio es el nutriente estrella para estimular el engorde del fruto. En cuajado, la demanda oscila entre 200-250 kg K2O/ha, combinando NPK y suplementación cálcica para asegurar firmeza y calidad [fuente]. Un manejo preciso evita excesos de nitrógeno, privilegiando el desarrollo y no el exceso vegetativo.

El control del estrés hídrico mediante el higrómetro MET3 es especialmente útil en estos cultivos, ya que la humedad relativa y la temperatura influyen directamente sobre la absorción de nutrientes y la eficiencia del fertilizante, así como en la prevención de fisiopatías.

Frutales: fertilización eficiente en cítricos y manzanos

La fertilización de cítricos se basa en un equilibrio NPK anual — 200 kg N, 180 kg P2O5 y 440 kg K2O por hectárea típica para 50 toneladas de fruta. La fracción del nitrógeno es crítica: 40% en floración, 30% en cuajado, y el resto en engorde [fuente].

  • Micronutrientes: Aplicación de quelatos de hierro en suelos calcáreos es fundamental. Los déficits de zinc deben corregirse en floración, así como otros elementos críticos detectados a través de análisis foliar. Consulta cómo afecta la carencia de micronutrientes en tu cultivo para identificar correcciones específicas.

En manzanos, el calcio es esencial para la calidad poscosecha, reduciendo problemas como el “bitter pit” mediante aplicaciones de nitrato cálcico en las fases posteriores al cuajado [fuente]. Más detalles sobre los requerimientos y manejo nutricional en frutales de pepita en este artículo.

¿Cómo influye el tipo de suelo en la fertilización?

Conocer la textura y las propiedades químicas del suelo es fundamental para ajustar la estrategia de abonado:

Tipo de suelo Recomendación de fertilización Riesgos específicos
Arenoso +20-30% de N y +30% de K; fraccionar aplicaciones Pérdida de nutrientes por lixiviación
Arcilloso Reducir N, priorizar P Anoxia radicular
Calcáreo Quelatos Fe/Zn, acidificantes Clorosis férrica

La monitorización constante permite ajustar dosis y reducir el despilfarro de insumos. El sensor de suelo AT32 es clave para orientar la decisión, ya que la salinidad y humedad afectan de manera directa la eficiencia de los fertilizantes.

En suelos con alta variabilidad, la digitalización de los datos mediante transmisores como el Transmisor LINK facilita el registro y la consulta online de las métricas más relevantes para la salud nutricional del cultivo.

Sistemas soilless o tradicionales: diferencias en la fertilización

La hidroponía permite una precisión extrema en la gestión de la nutrición vegetal. Se puede reducir hasta un 70% el uso de agua y un 30% el consumo de fertilizantes respecto al cultivo tradicional [fuente]. El pH óptimo para maximizar la absorción va del 5.5 al 6.5. En estos sistemas, el seguimiento permanente de la conductividad y la composición de la solución nutritiva es esencial para evitar carencias o acumulaciones tóxicas.

Fertilizantes orgánicos y químicos en cultivos perennes (vid y olivo)

El uso de fertilizantes orgánicos en cultivos leñosos aporta ventajas claras al incrementar la capacidad de intercambio catiónico y promover una liberación lenta del potasio, factor fundamental en olivo para la resistencia a la sequía [fuente]. Aunque los fertilizantes químicos son más precisos, la combinación de ambos es la mejor estrategia para la salud del suelo a largo plazo.

Fertilizantes para resistencia en oleaginosas (soja y girasol)

El potasio (80-100 kg K2O/ha) es crucial para aumentar la tolerancia al estrés hídrico al mejorar la retención de agua en la planta. Además, la aplicación de bioestimulantes (aminoácidos, extractos vegetales) ayuda a reducir el impacto del estrés oxidativo y los daños por sequía [fuente].

Principios clave para elegir los mejores fertilizantes

  • Diagnóstico: Analizar suelos y tejidos cada 2-3 campañas para identificar necesidades reales.
  • Especificidad: Ajustar las dosis y relaciones NPK a cada fase fenológica.
  • Sostenibilidad: Incorporar tecnologías de inhibición de nitrificación y usar fertilizantes de liberación controlada.
  • Innovación: Aprovechar la sensorización y el monitoreo digital en estrategias de cuatro pilares para la fertilización.

La fertilización precisa no es un simple insumo, sino una inversión en resiliencia y rentabilidad agronómica.

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