Todavía nos sorprende cómo cuando vamos a visitar la nieve terminamos quemándonos la piel si no nos ponemos protección solar. Los rayos del sol inciden, aunque no los veamos, en la propia nieve impactando contra nosotros. Debido a que su color es blanco, se absorbe mucha menos radiación que en otras circunstancias, como en una playa de arena volcánica. A todo esto se le conoce como efecto albedo.
A pesar de este ejemplo con el que todos nos podemos sentir identificados, el efecto albedo tiene una especial importancia cuando hablamos de los cultivos. Todos notamos cómo en los últimos años la temperatura durante las épocas más calurosas del año están aumentando y lo seguirán haciendo en los próximos. El calentamiento global es evidente y no lo podemos ignorar. Pero, las cosechas pueden ayudar.
Los cultivos aumentan el efecto albedo
Para evitar que la tierra absorba demasiado calor provocado por el sol, lo ideal es aumentar los cultivos. Hace años que los investigadores han detectado que las cosechas pueden aumentar el efecto albedo. Esto quiere decir que la capacidad de rebote de la incidencia de la radiación solar será mayor reduciendo, de esta manera, la temperatura. Los colores claros y brillantes influyen en este hecho.
Ya en 2010, en Londres, se ponía sobre la mesa, en una reunión de geoingeniería en la Royal Society, este tema sobre el efecto albedo. En ese momento se estaba estudiando cómo potenciar el cultivo del trigo, por ejemplo, podía tener efectos muy positivos para la reducción de la temperatura en la tierra. El trigo tiene un color muy favorecedor para este efecto. Es de un beige claro que refleja la luz solar.
Invernaderos ¿la clave para combatir el calentamiento?
Además de apostar por cultivos específicos para aumentar el efecto albedo, otros cultivos que también tienen un impacto positivo son aquellos que están en invernaderos. En Statista confirman que 73.118 hectáreas se utilizan para la cosecha en invernaderos. El color blanco que tanto les caracteriza ayudan a incrementar ese efecto albedo que nos beneficiará enormemente a largo plazo.
Cuanto más se potencie el cultivo de especies concretas y el uso de invernaderos más se estará trabajando para reducir la temperatura unos grados. No es algo sencillo y requiere de tiempo comprobar los resultados que esto está teniendo. Sin embargo, el efecto albedo todavía se continúa estudiando y se le está dando una importancia cada vez mayor. Nos encontramos tomando decisiones a contrarreloj.
Los cultivos que resisten mejor el calor
El calor, cuando el efecto albedo es bajo, puede afectar a determinados cultivos. Las espinacas pueden ralentizar su desarrollo si hay un exceso de temperatura y también de humedad. Otro cultivo es el tirabeque, una especie de guisante que puede encontrarse en serios problemas si el calor a su alrededor es excesivo.
Sin embargo, hay cultivos a los que el calor no les afecta. Las berenjenas son un claro ejemplo, así como la lechuga. En estos casos, aunque el efecto albedo no preocupe, los agricultores pueden contribuir a reducir las consecuencias que este puede tener si su porcentaje está en mínimos. Al final, ayudar a frenar el calentamiento global es una responsabilidad de todos y si se puede hacer algo ¿por qué no empezar ya?
Sensores de clima, cuando la tecnología interviene
Controlar la temperatura no siempre es sencillo y si queremos contribuir a aumentar el efecto albedo con nuestros cultivos, lo mejor es apoyarnos en la tecnología. En PRISMAB tenemos sensores de clima que advierten de la temperatura y de la humedad para tomar determinadas decisiones que puedan fomentar un cambio.
Son muchos los agricultores que utilizan la tecnología para poder tener un mayor control y hacer una gestión más adecuada de sus cultivos. De esta manera, no solo van a contribuir a mejorar el efecto albedo, sino a que sus cosechas superen sus expectativas. El clima es un factor clave en los cultivos, por lo que no hay que mirar para otro lado. El efecto albedo es una responsabilidad de todos.